lunes, 6 de octubre de 2008

I+D : CARNE, SAL, COCINAR ALIMENTOS ¿un error? ...

Como hemos de ver, los estudios que se han hecho en relación con la alimentación, han comprobado que mientras en los vegetales encontramos nuestro mejor alimento y a la vez remedio, como lo dijo Hipócrates, en la carne no se encuentran tales beneficios, y analizando las ventajas y desventajas de ella en la alimentación, la ciencia ha comprobado que usada como alimento, la carne es responsable por muchas enfermedades que azotan al hombre contemporáneo.

Citaremos a continuación algunas de las muchas conclusiones a las cuales llegaron muchas autoridades en materia de nutrición.

Dice el Dr. Amílcar de Souza:
Matar para comer no es para el hombre el medio ideal de encontrar el alimento. El lobo mata al cordero y el milano a la paloma por instinto y por determinación de sus aparatos digestivos. Pero el hombre no puede asesinar al pacifico buey sin usar instrumentos crueles ni usar sus despojos cadavéricos sin el artificio del fuego, salvo casos excepcionales de aberración.
Únicamente el hombre come carne embalsamada y preparada por mil artificios, salada con el perjudicial cloruro de sodio (sal común), llena de pimienta, de pimiento colorado, sebo derretido, vinagre, etc. Para que el hombre pueda utilizar los cadáveres de animales, que hiere siempre a traición en una lucha sin gloria, ya en la caza, ya en la pesca, esperándoles emboscado o después de haberlos castrado, como sucede con los bueyes, los cerdos y los caballos, es necesario cocer, freír, asar o guisar los restos de sus víctimas, sean músculos o vísceras, para satisfacer el paladar y los sentidos.
A pesar de ello, la humanidad ha vivido durante siglos lesionando su naturaleza. Basta considerar que la raza humana degenera patentemente y enferma para morir pronto.
La causa principal de este desequilibrio es el uso de la carne, que envenena y corrompe la sangre, recargándola de materias mórbidas, que van a alterar, modificar y viciar las células que constituyen nuestro cuerpo. De la intromisión en nuestro aparato digestivo de la sustancia cárnea, atentado que practicamos desde la infancia hasta la vejez, resultan males innumerables, derivados de las varias toxinas, que tienen su origen en la descomposición después de la muerte de los pobres animales. El hombre todavía acaricia, engorda y procura mil cuidados a algunos de esos seres para saltarles más tarde sobre el cuello con un cuchillo u otro instrumento en la mano, y destrozarlos con hachas, sierras u otras herramientas manchadas de sangre".


Habla el profesor Drummond, bioquímico de Londres:
Antiguamente veíamos el factor albúmina como el único factor importante, y para aumentar en el alimento hasta dos a tres veces el equilibrio, agregábamos carne muscular.
Con la mejor carne cruda y huesos no se pueden criar jóvenes leones, porque le faltan por lo menos tres vitaminas y tres sales minerales.
Para el hombre, ese alimento representa un exceso de albúminas, como nos lo ha enseñado Katase, produciéndose la acidosis de la sangre".

Habla el Dr. Bircher Benner:
La sabiduría de la naturaleza da a su producto el alimento completo, la armonía necesaria, es decir, que debemos respetar ese todo.
Las investigaciones vitales nos enseñan que los creadores, ordenadores, protectores y conductores de la vida, han dado a cada ser viviente, planta, animal y hombre, una determinada elección dentro de las regiones que proveen los alimentos.
En esta elección, a la que conduce "el instinto alimenticio" encuentra el ser viviente la armonía necesaria para los factores alimenticios.

En los mamíferos, a los que se asemeja más el hombre, hay una correlación entre la arquitectura de los órganos digestivos, ante todo el aparato masticador y los alimentos, de manera que esta circunstancia permite ver a qué clase de alimentos estaba destinada.

La anatomía comparada ha dividido a los mamíferos en base a la "construcción molar" en varios grupos:

1. Frugívoros, es decir, que comen frutas
2. Herbívoros, que comen verduras
3. Carnívoros, que comen carne
4. Omnívoros, que comen de todo; la parte principal del alimento determina la denotación especial.

Los frugívoros se alimentan también de hojas y raíces, los carnívoros también de alimentos del reino vegetal, que buscan con predilección en el estómago de sus presas.
Ningún carnívoro se alimenta predominantemente de carne muscular; su alimento es primero la sangre, luego los intestinos, después el panículo adiposo y recién al final los huesos y la carne muscular.

Habla el Dr. C. A. Obedman:
No es la carne un alimento que posee los principios esencialmente nutritivos que a la luz de los descubrimientos más recientes en materia de nutrición, fueron establecidos como siendo indispensables a la vida.
La sales minerales, las vitaminas, los elementos catalíticos y digestivos primordiales son elementos casi ausentes en la carne. La alimentación a base de carne, en lugar de producir fuerza, produce enfermedad, es decir, debilidad. El hecho se explica por la razón de que el organismo no fue hecho ni está capacitado para asimilar y conservar los excesos de albúmina, provenientes de esa alimentación, y que resultan perjudiciales a la salud.
De esto resulta que los productos de desasimilación de la carne, de naturaleza esencialmente venenosa quedan retenidos en el organismo, pasan a la sangre y la intoxican.
Esa intoxicación, al volverse crónica y hereditaria, crea los estados mórbidos que hoy tienen los nombres de artritismo, reumatismo, diabetes, escrófulas, tuberculosis, y también cáncer, la enfermedad de nuestro siglo.
El hábito de comer carne lleva al alcoholismo, por la sed mórbida que produce, al tabaquismo, por producir excitación nerviosa la cual por su vez conduce al hábito de tomar café y al uso de condimentos picantes, para disfrazar el gusto, el olor y la vista de los restos cadavéricos presentados a la mesa del carnívoro, que consciente o inconscientemente, vive engañado con la idea de que la carne es un verdadero alimento".

Habla el profesor Dr. Estevez Dulín:
El peligro de la putrefacción de las carnes:
Es, pues, indiscutible que la putrefacción de los residuos cadavéricos en el intestino del hombre produce venenos violentos, sin contar que con los cadáveres, nosotros absorbemos también sus parásitos y sus toxinas como lo han demostrado evidentemente las experiencias del doctor Kellogg, gran autoridad médica de Estados Unidos de Norteamérica.
El doctor Kellogg tomó varias muestras de carnes de uno de los mejores hoteles de Chicago y de las carnicerías más acreditadas de esa ciudad.

He aquí el resultado de sus observaciones:
Primera Experiencia: De varias muestras de carnes compradas en el mercado del modo ordinario, por cada gramo pudo comprobar la presencia de 70.000 microbios de la putrefacción, los que quedaron reducidos a 25.000 después de haberlo cocido y aumentaron a 90.000
después de haberlas asado.
Segunda Experiencia: Las muestras de pescado dieron un promedio de 870.000 y la sardina en aceite la asombrosa suma de 14 millones de microbios por gramo.
Tercera Experiencia: Las muestras de carne retiradas de las mesas de los más lujosos hoteles dieron los siguientes resultados, por gramo:
Asado de lomo 378.000.000
Filete de buey bien cocido 25.000.000
Filete extra 168.000.000
Cuarta Experiencia: Varias muestras de carne compradas en el mercado se analizaron inmediatamente de llegada al laboratorio, y veinte horas después de permanecer bien cubiertas a la temperatura de la sala. He aquí los resultados que indican la cantidad de microbios de la putrefacción por gramo de sustancias analizadas:
Salchichas 120.000.000 Veinte horas después 490.000.000
Chuleta 660.000.000 Veinte horas después 840.000.000
Carne de cerdo 635.000.000 Veinte horas después 1.036.000.000
Asado de buey 560.000.000 Veinte horas después 750.000.000
Jamón ahumado 43.120.000 Veinte horas después 750.000.000

Fragmento del libro "Como vivir sano" editorial El Renuevo
publicado por la Asociación Interamericana de Biocultura
Dr. José Luis Ignatov

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